viernes, 4 de septiembre de 2009

Al desconocido:

Al desconocido:


Y despertó,
miró que en su cama no lo acompañó ni su memoria,
y se levanto con el pie derecho,
olvidando que la vida le arrebató los pasos,
dispuso su alma en el rezo matutino,
dispuso lo último que poseía.

Buscaba alimento para el coraje en la alacena,
sólo encontró restos de una vida a medio vivir,
un ratón que la comía y un elixir caduco...
para morir.

Fumó de eso que muchos llamaban aire,
para él no era más que un vicio,
que desearía haber dejado tiempo atrás.

Las nubes pintaban apenas un poco,
los rayos alumbraban su día,
el sol quemaba sus ojos,
no existo más, insistía.

Descubrió que sus manos le seguían,
que su cabello se movía,
que las uñas de sus manos aún crecían,
la saliva amarga recorría su garganta,
que los cantos y voces se escuchaban,
que las sombras lo miraban,
descubrió que seguía vivo,
y se consumió en un grito.

Solemne silencio vino después,
recorriendo su mente se encontraba,
cicatrizando sus recuerdos,
volverse nada en verdad esperaba.

Buscó al amigo infiel,
se topó con la sangre de parto de aquel día,
alumbramiento,
buscó a su alma gemela,
encontró un fusil cargado,
balas de hambre nada mas,
pensó en lo que añoraba,
y recordó que nada había tenido.

La tarde se pintó de gris, obscuro,
aún la luz rayaba partes de su andar,
su corazón luchaba por descansar,
en una batalla interminable,
en una vida que sintió que cada día
desgarraba más sus entrañas,
en una vida de deseo,
de polución animal,
de sueños inimaginables.

Y en la noche temprana,
pagó por mujeres y sus sabores,
pagó por eyaculaciones mentales,
y le pegaba a una,
acariciaba a otra,
lloraba con unas cuantas,
y con otras la risa apenas se asomaba,
no encontraba el camino a casa,
no reconocía la satisfacción,
no sabía que es vivir,
no sabía como morir.

Cogió unos billetes,
que de labores sin sabores le habían dejado,
tomo la mano de ella, y de otras cuantas,
y pagaba con la misma moneda,
con la que a él le habían pagado.

Nunca se ha sentido vivo,
no tiene recuerdos felices,
se ha sentido solo en su existir,
y sus plegarías nunca se han concebido,
sus razones no encontraba,
sus quejas desaparecían,
sus oídos como de costumbre no le escuchaban,
y sus dioses perecían.

Cansado regresó a casa,
vistió su mejor ropa de sueño,
alimentó de nuevo el hambre,
esperando una vez más...
morir satisfecho,
apago la vela que lo alumbró,
se tapó cómodo, acomodó sus ideas,
esas que ya no le sobraban,
cerró los ojos y encontró la obscuridad que le sentaba bien,
pensó en ella durante un tiempo,
sólo lo hizo durante su vida entera,
por fin decidió quedarse en ella,
ser su amante eterno.

No despertó de nuevo,
no, ya no mas,
sus plegarías se habían escuchado,
durante la noche sintió alejarse del cuerpo,
ese que tanto tiempo había odiado,
ni ganas de despedirse le dieron,
se dejó ir, a la obscuridad sin sombras,
sin luces ni colores,
sin ruidos ni sabores,
sin música ni decepciones,
antes de olvidar se sintió aliviado,
por fin el útero hiperpoblado había dejado.

Se encaminaba a la soledad,
esa que tanto tiempo había esperado.

Muerto está ahora, ni uno lo recuerda,
nadie nunca le ha llorado,
su cuerpo se experimenta,
sus vísceras alimentan el porvenir de estudiantes,
lo que resta se ha cremado,
así,
tal cómo él siempre lo había soñado.

Murió el hombre,
que por su nombre nunca fue llamado.


Danny
C.D.L.P.
4 de Septiembre, 2009

2 comentarios:

Lorena Flores dijo...

Hola, yo te leo y quiero que sepas que me gusta hacerlo A veces quisiera que nos vieramos más ....

Anónimo dijo...

a mi también pero... a veces no es suficiente. Besos.