jueves, 9 de septiembre de 2021

Algunos científicos eminentes, su fe y Dios

 

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Algunos científicos eminentes, su fe y Dios.

 

Esta recopilación fue parte de una original -ahora inexistente- que inicié en 2019, la cual se eliminó por alguna falla de la aplicación de notas que uso tanto en el teléfono como en la computadora. Lamentablemente no conseguí rescatarla; en ella estaban las decenas de fuentes literarias y orígenes de las citas textuales de las que adquirí la información siguiente, aunque aún se conservan, en este texto, algunas referencias bibliográficas. Este es un muy pequeño compendio de algunos de los borradores que usé para formar aquel documento original que nunca finalicé.

 

Estoy seguro de que todo interesado en adquirir más información la encontrará fácilmente en la internet. Muy poco del siguiente texto es de mi autoría y, al respecto, he escrito con letra cursiva mis (mínimos) aportes editoriales (edición de estilo), así como las pocas notas que he creído necesarias empotrar dentro de los textos originales con el fin de que se identifiquen los de los autores originales respecto a los míos, aunque esta práctica rompa las normas de formato.

DBCI 9/9/21

 

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La filosofía teísta presenta a Dios como causa “ontológica”, no “cronológica”, es decir, no como causa del mundo en su inicio sino en todo momento (y no hay en religión dogma alguno que diga que el universo tuvo un origen temporal, aunque ciertamente esto parece sugerido por el relato bíblico de la Creación).

 

Es en este punto en el que una paradoja expresada por Stephen Hawking es errónea (de acuerdo con la filosofía teísta), al haber afirmado: "Cuando la gente me pregunta si Dios creó el universo, les digo que la pregunta en sí misma no tiene sentido", esto lo narró el mismo Hawking en un video para el canal de televisión Discovery Channel, "... El tiempo no existía antes del Big Bang, así que no había tiempo en el que Dios pudiera crear el universo". Más adelante se hablará sobre el “Big Bang” y el científico que desarrolló esta teoría, así como el nombre adecuado.

 

El error consiste en que el tiempo es un concepto exclusivamente humano, no existe otro animal que lo comprenda pues el tiempo es una medida para distribuir, distinguir, registrar, ordenar y evidenciar actividades. Un delfín no sabe de tiempo, no conoce cuánto se espera que viva, no sabe la hora a la que se calcula saldrá el sol. Y, Aunque Hawking no negó explícitamente la existencia de Dios, sí consideraba fútil hacerse esa clase de preguntas asumiendo que el universo era solamente el planeta tierra.

 

En 1988, en su exitoso libro Breve historia del tiempo, Hawking deja una puerta abierta para un ser creador. En la obra escribía que, “si llegáramos a articular la teoría del todo, podríamos conocer "la mente de Dios"”.

 

Luego, en 2007, volvió a la idea de la posibilidad de un Dios, "Creo que el universo está gobernado por las leyes de la ciencia", dijo en una entrevista con la agencia Reuters. "Las leyes han podido ser decretadas por Dios, pero Dios no interviene para romper las leyes". "Uno no puede probar que Dios no existe", le dijo (Hawking) en 2010 a la cadena estadounidense ABC, "Pero la ciencia hace a Dios innecesario".

 

Hawking fue inconsistente respecto a sus opiniones relacionadas a (algún) dios. Se exhibió egoísta al aseverar que el universo es exclusivo de los humanos (su universo resultaría demasiado pequeño) al razonar que el tiempo gobernaría a Dios.

 "Un científico no puede ser egoísta, al serlo negaría cualquier resultado certero que no le conviniese." DBCI 8/9/21

 

La fe en la ciencia impide comprender el por qué del universo:

 

El científico y divulgador Paul Davies ha publicado un artículo en The New York Times en el que critica la incapacidad de la ciencia de explicar el por qué del origen del universo físico. Las leyes de la física son tan incuestionables para los científicos como lo es Dios para los cristianos, afirma, pero hasta ahora nadie se ha preguntado de dónde vienen esas leyes ni por qué son como son. Ciencia y religión están basadas por tanto en la fe, afirma, y eso impide conocer el por qué del mundo físico. Davies propone que, para alcanzar una respuesta más profunda, se deben entender las leyes de la física y el universo que éstas gobiernan como parte de una parcela de un sistema unitario, e incorporarlo todo junto dentro de un esquema explicativo común.

 

En el siguiente enlace se encontrará (al momento de la edición de este documento) el artículo escrito por Olga Castro-Perea. https://tendencias21.levante-emv.com/la-fe-en-la-ciencia-impide-comprender-el-por-que-del-universo_a1948.html

 

Ontología: Ontos, del griego ser. Es el estudio del "ser". La ontología es una parte o rama de la filosofía que estudia la naturaleza del ser, la existencia y la realidad, tratando de determinar las categorías fundamentales y las relaciones del "ser en cuanto ser".

 

La Real Academia Española define ontología como “Parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales

 

Puesto en palabras simples, ontología, en un primer acercamiento, es la concepción que tenemos sobre el carácter de la realidad. Todos disponemos de una determinada concepción sobre el carácter de la realidad. Por lo general, ella es implícita, no la tenemos consciente, y se manifiesta en determinados supuestos a partir de los cuales operamos en la vida. Normalmente, no nos damos cuenta del hecho de que disponemos de una tal concepción. Menos todavía reconocemos que tales supuestos provienen del sentido común que prevalece en nuestra comunidad y en nuestra época y que éste, por lo general remite a desarrollos filosóficos muy lejanos, de los que poco sabemos. Al preguntarnos por la ontología lo que buscamos es hacer explícita esta concepción subyacente.

 

Ethica: la Ethica constituye la obra capital de Spinoza; porque, en efecto, es la que contiene la concepción sistemática y completa de Baruch Spinoza como filósofo. Uno de los caracteres de la Ethica de Spinoza es el método geométrico, en conformidad al cual comienza por establecer una serie de definiciones y axiomas, con el objeto de sacar determinadas conclusiones en relación con aquéllos.

 

Reconoce y establece el mismo Spinoza: “Dios, como substancia única y causa única, constituye la totalidad de los seres en lo que tienen de real, pero recibe diferentes denominaciones en relación con nuestro modo de concebirle. Si le concebimos como fundamento y como causa eficiente de todos los seres particulares, los cuales en realidad no son más que modos, determinaciones y manifestaciones varias de sus atributos, así como éstos, a su vez, se identifican con la substancia divina, Dios recibe el nombre de natura naturans (naturaleza o substancia que se organiza, se modifica y se transforma en naturaleza, en universo): si consideramos al mismo Dios en cuanto constituye el fondo, el substratum general, la materia interna, o sea la causa material y formal de los seres todos que constituyen el universo, recibe el nombre de natura naturata, como si dijéramos, substancia, en cuanto modificada, diversificada modalmente y transformada ya en universo.”

 “Este universo o la naturaleza, cuya realidad substancial es idéntica a la de Dios, puesto que sólo Dios existe y nada existe fuera de Dios (nihil extra Deum, sed solus Deus est), constituye un ser individual, que permanece idéntico en su esencia y substancia, en medio de las modificaciones infinitas de los cuerpos o de sus partes: Totam naturam unum esse individuum, cujus partes, hoc est, omnia corpora infinitis modis variant absque ulla individui mutatione”.

 

Baruch Spinoza (Ámsterdam, 24 de noviembre de 1632 - La Haya, 21 de febrero de 1677) fue un filósofo neerlandés de origen sefardí hispanoportugués. También se le conoce como Baruj, Bento, Benito, Benedicto o Benedictus (de) Spinoza o Espinosa, según las distintas traducciones de su nombre basadas en las hipótesis sobre su origen.

 

Principio de causalidad: El Principio de causalidad nos dice que las causas han de preceder siempre a su efecto. Éste es uno de los principios centrales de la ciencia. La conclusión del argumento tiene como objetivo demostrar la existencia de una Primera Causa o Primer Principio.

 

Un argumento usual dentro del ámbito filosófico, religioso y hasta científico, utilizado para referir a la posible existencia de un dios creador del universo, refiere a considerar el llamado principio de causalidad. Se dice que todo evento (o efecto) debe tener siempre una causa, y esto sería esencial para el universo en sí: si hay un universo, este debe tener una causa, lo cual coloca la posibilidad de una deidad creadora del mismo, que oficie como causa del universo. Ante el contra-argumento de cuál es la causa de Dios, se suele agregar también, que dicha deidad está más allá de nuestra realidad física o de nuestro universo y que por ende no necesariamente se rige bajo los mismos principios, de modo que ese dios puede estar por fuera del principio de causalidad, es por ello que no requiere una causa para su existencia. Por supuesto hay muchísimo más que considerar sobre este principio, el cual está presente en la, física, mecánica cuántica, mecánica relativista, filosofía, computación y estadística, etc.

 

Algunos de los grandes nombres de la ciencia han negado la existencia de dios, pero a lo largo de la historia otros tantos trataron de encontrar una manera de reconciliar la ciencia con su fe. Para algunos de estos científicos, investigar el origen del universo era acercarse a la propia obra de dios.

 

  • El nobel Serge Haroche dijo: “Einstein se equivocó, Dios efectivamente está jugando a los dados en el universo cuántico”.

 

  • "No hay que buscar en la ciencia la capacidad de negar la religión". Fue Antonio Lazcano, biólogo evolutivo que investiga el origen de la vida, quien mencionó estas palabras.

 Aquí comienza una pequeñísima lista de algunos científicos que han afirmado creer en Dios.

 

Mencionados sin orden específico:

 

Isaac Newton: Al final de su Filosofía natural y principios matemáticos (Londres, 1687) Sir Isaac

Newton escribió:

1. “Este sistema tan hermoso formado por el sol, planetas y cometas, sólo puede provenir del consejo y dominio de un Ser inteligente y poderoso. Este Ser gobierna todas las cosas, no como el alma del mundo, sino como Señor por encima de todo; y a causa de Su dominio es llamado Señor Dios” (Newton, 1687, Principia).

2. “A partir de Su verdadero dominio se deduce que el verdadero Dios es un Ser vivo, inteligente y poderoso; y desde Sus otras perfecciones tenemos que Él es supremo o lo más perfecto. Él es eterno e infinito, omnipotente y omnisciente; es decir, Su existencia va de eternidad en eternidad; Su presencia va del infinito al infinito. Él gobierna todas las cosas y conoce todas las cosas que existen o que pueden existir” (Newton, 1687, Principia; ver también Caputo, 2000, 88).

3. “Dios hizo al mundo y lo gobierna de manera invisible, y nos ha mandado amarlo y rendirle culto a Él y a ningún otro Dios; honrar a nuestros padres y amos, y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; ser moderados, justos y pacíficos, y ser misericordiosos incluso con las bestias brutas. Y por el mismo poder a través del cual dio vida a cada especie animal, Él puede revivir a los muertos y ha resucitado a Jesucristo nuestro Redentor, que ha subido a los cielos para recibir un reino y preparar un lugar para nosotros, y tiene una dignidad cercana a la de Dios, y puede ser adorado como el Cordero de Dios, y ha enviado al Espíritu Santo para confortarnos en su ausencia; y a la larga regresará y reinará sobre nosotros” (Memorias de la vida, escritos, y descubrimientos de Isaac Newton, por Sir David Brewster, 1855, vol. II, 354).

4. “En contraposición a la devoción divina están el ateísmo profesado y la idolatría práctica. El ateísmo es un sinsentido a tal grado, y es tan odioso para la humanidad, que nunca ha tenido muchos que lo profesen. ¿Será que por accidente todos los pájaros, bestias y hombres tienen su lado derecho e izquierdo con forma semejante (excepto en sus entrañas); y sólo dos ojos (y no más) en ambos lados de la cara; y sólo dos orejas en ambos lados de la cabeza; y una nariz con dos agujeros; y dos piernas delanteras o dos alas, o dos brazos que salen de los hombros, y dos piernas que salen de las caderas, y no más? “¿De dónde nace esta uniformidad en todas sus formas exteriores si no es por el consejo y la inteligencia de un Autor? ¿De dónde viene que los ojos de todas las clases de criaturas vivientes sean transparentes hasta el fondo, y sean los únicos miembros transparentes en el cuerpo, que tienen por fuera una piel dura y transparente, que estén dentro de humores transparentes, con un lente cristalino en medio, y una pupila anterior a esa lente, todo esto conformado de una manera tan fina y adaptada para la visión, que ningún artista ha podido imitar? ¿Acaso la mera casualidad sabía que existía la luz y cuál era su refracción, y adaptó los ojos de todas las creaturas de la manera más peculiar para hacer uso de ella? Estas y otras consideraciones semejantes han prevalecido y prevalecerán siempre en la humanidad para creer que hay un Ser que hizo todas las cosas, y que las tiene en su poder, y que por ello se le debe de temer. “Por consiguiente, debemos reconocer a un Dios, infinito, eterno, omnipresente, omnisciente, omnipotente, el Creador de todas las cosas, el más sabio, el más justo, el más bueno, el más santo. Debemos amarlo, temerle, honrarlo, confiar en él, rezarle, agradecerle, alabarle, santificar su nombre, obedecer sus mandamientos” (Memorias de la Vida, Escritos, y Descubrimientos de Isaac Newton por Sir David Brewster, 1855, vol. II, 347-348).

5. “Y cuando estén convencidos, no se avergüencen de profesar la verdad. De no ser así, pueden convertirse en un obstáculo para otros y heredar la suerte de aquellos gobernantes judíos que creían en Cristo, pero tenían miedo de confesarlo porque los podrían sacar de la sinagoga. Entonces, cuando estén convencidos, no se avergüencen de la verdad; por el contrario, profésenla abiertamente y esfuércense para convencer también a su hermano, para que ustedes al resucitar puedan heredar la promesa hecha en Daniel 12:3: «Los que hayan convertido a muchos hacia la verdad, brillarán como las estrellas por los siglos de los siglos».

 

Blaise Pascal: Precursor de la hidrostática, la hidrodinámica y la teoría de probabilidades. En su libro Pensamientos (1660/1910), Blaise Pascal escribió: “Jesucristo es un Dios a quien nos acercamos dejando el orgullo, y ante quien nos humillamos dejando la desesperación”.

 

"Hay dos maneras de demostrar las verdades de nuestra religión; una por el poder de la razón, y la otra por la autoridad de quien habla. No hacemos uso de la última, pero sí de la primera. No decimos “esto debe creerse porque lo dice la Escritura, que es divina”. Pero sí decimos que esto debe creerse por tales o cuales razones, las que son argumentos débiles, ya que la razón puede torcerse hacia cualquier cosa.” (Pascal, 1910, No. 561).

 

Georges Henry Joseph Édouard Lemaître: 17 de julio de 1894-20 de junio de 1966). Fue un sacerdote belga, matemático, astrónomo y profesor de física en la sección francesa de la Universidad Católica de Lovaina. Fue el primer académico conocido en proponer la teoría de la expansión del universo, ampliamente atribuida de forma incorrecta a Edwin Hubble.​

 

Primero en derivar lo que se conoce como la ley de Hubble-Lemaître e hizo la primera estimación de lo que ahora se llama la Constante de Hubble, que publicó en 1927, dos años antes del artículo de Hubble. Lemaître también propuso lo que se conocería como la teoría del Big Bang del origen del universo, a la que llamó «hipótesis del átomo primigenio» o el «huevo cósmico».

 

Christian Anfinsen: Premio Nobel de química en 1972. Anfinsen murió en 1995. A la pregunta: “Muchos científicos prominentes −incluyendo a Darwin, Einstein y Planck− han considerado el concepto de Dios muy en serio. ¿Cuáles son sus pensamientos sobre el concepto de Dios y sobre la existencia de Dios?” Christian Anfinsen respondió: “Creo que sólo un idiota puede ser un ateo. Debemos admitir que existe un poder o fuerza incomprensible, con una visión y conocimiento sin límites, que puso en marcha al universo entero por vez primera” (Margenau y Varghese, 1997, 139).

 

Francis Collins: Francis S. Collins es un genetista estadounidense, conocido por sus descubrimientos de genes causantes de enfermedades y por haber dirigido el Proyecto Genoma Humano durante nueve años. La evidencia científica de la fe, Collins confiesa que el descubrimiento del genoma humano le permitió vislumbrar el trabajo de Dios. Reivindica que, según él, hay bases racionales para un creador y que los descubrimientos científicos llevan al hombre más cerca de Dios.

 

Galileo Galilei: En 1614, el astrónomo italiano Galileo Galilei fue acusado de herejía por apoyar la teoría de Copérnico de que el Sol estaba en el centro del Sistema Solar. Esto fue revolucionario en un momento en que se creía que era la Tierra la que estaba en esta posición central.

 

En 1616, la Iglesia le prohibió enseñar o defender estas teorías. Este episodio se considera uno de los grandes choques entre ciencia y religión. Sin embargo, Ernan McMullin, profesor de historia y filosofía de la ciencia en la Universidad de Notre Dame, consideró que el asunto fue mal entendido y esto no fue un choque entre ciencia y religión. ¿La razón? Todos los involucrados en el caso eran cristianos.

Galileo escribió muchos miles de palabras sobre teología e interpretación bíblica mientras buscaba dar sentido a las observaciones telescópicas que estaba haciendo. De hecho, fue el propio astrónomo quien dijo: "No me siento obligado a creer que el mismo Dios que nos ha dotado con el sentido, razón e intelecto, nos haya destinado a renunciar a su uso".

 

Gottifried Wilhelm Leibniz: Matemático, filósofo. Inventor del cálculo infinitesimal (además inventor del cálculo integral y diferencial, a la par con Newton). En su obra filosófica central La Monadología (1714), Leibniz escribió: “En Dios hay Poder, que es la fuente de todo. También Conocimiento, cuyo contenido es la variedad de ideas, y finalmente Voluntad, que hace cambios o productos de acuerdo con el principio de lo mejor”.

 

Maria Mitchell: Maria Mitchell fue la primera astrónoma de Estados Unidos y la primera mujer elegida para la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias, en 1848. Ejerció como profesora de astronomía y fue una activista de los derechos de la mujer.

 

La astrónoma tenía una fe plena tanto en dios como en la ciencia. "Las investigaciones científicas avanzan y revelarán nuevas formas en las que Dios trabaja y nos trae revelaciones más profundas de lo desconocido", escribió. Creía que las revelaciones de la biblia y la comprensión de la naturaleza a través de la ciencia no están en conflicto. "Si parecen estarlo" -dijo-, "es porque no se comprende ni lo uno o lo otro".

 

Richard Smalley: Premio Nobel de Química en 1996. Descubridor de los fuleneros (fullerenos). Estos son la tercera forma elemental del carbono (junto con el grafito y el diamante). Smalley falleció en el año 2005. A su muerte, el Senado de EUA aprobó una resolución para honrar a Smalley, acreditándolo como el “Padre de la Nanotecnología”.

 

“Recientemente he vuelto a la iglesia regularmente con un nuevo enfoque para comprender lo mejor que pueda, qué es lo que hace al cristianismo tan vital y poderoso en las vidas de miles de millones de personas hoy en día, a pesar de que han pasado casi 2000 años desde la muerte y resurrección de Cristo. Aunque sospecho que nunca lo comprenderé totalmente, ahora pienso que la respuesta es muy simple: es por ser verdadero. Dios creó el universo hace cerca de 13.7 mil millones de años, y por necesidad se involucrado en su creación desde entonces. El propósito de este universo es algo que sólo Dios sabe con certeza, pero es cada vez más claro para la ciencia moderna que el universo fue exquisitamente afinado para permitir la vida humana. Nosotros estamos involucrados de alguna manera crítica en Su propósito. Nuestra tarea consiste en percibir ese propósito lo mejor que podamos, amarnos unos a otros, y ayudarle a realizarlo” (Smalley, 2005).

 

Albert Einstein: El pensamiento del físico Albert Einstein sobre la religión estuvo muy influenciado por la obra del filósofo Baruch Spinoza. El dios de Spinoza era un dios amorfo e impersonal responsable del orden del universo y la impresionante belleza de la naturaleza. Esta línea de pensamiento resonó profundamente en el científico, aunque se sentía orgulloso de sus raíces judías, no consideraba que la vida estuviera regida por un dios, sino que tal vez dios es únicamente el creador.

 

Einstein afirmó: “Quiero saber cómo es que Dios creó este mundo. No me interesa éste o aquel fenómeno, o el espectro de éste o de aquel elemento. Quiero conocer Sus pensamientos; el resto son detalles” (Clark, 1973, 33). Estamos como un niño pequeño que entra en una biblioteca grande repleta de libros en muchos idiomas diferentes. El niño sabe que alguien debe de haber escrito esos libros. No sabe cómo. No entiende los idiomas en los que están escritos. El niño apenas sospecha que hay un orden misterioso en el arreglo de los libros, pero no sabe lo que es. Esa, me parece, es la actitud incluso del ser humano más inteligente hacia Dios. Vemos un Universo acomodado maravillosamente y obedeciendo ciertas leyes, pero apenas entendemos estas leyes. Nuestras mentes limitadas no pueden captar la fuerza misteriosa que mueve a las constelaciones” (Brian, 1996, 186).

 

“Todo aquel que se encuentra involucrado seriamente en la búsqueda de la ciencia se llega a convencer de que hay un Espíritu manifiesto en las leyes del universo − un Espíritu vastamente superior al del hombre ante el cual, con nuestras modestas capacidades debemos sentirnos humildes. De esta manera la búsqueda de la ciencia conduce a un sentimiento religioso de un tipo especial, que es realmente muy diferente de la religiosidad de alguien más ingenuo” (Dukas y Hoffmann, 1979, 33).

 

“Cuanto más uno profundiza en los secretos de la naturaleza, mayor es su respeto por Dios” (Brian, 1996, 119).

 

Louis Pasteur: “La poca ciencia aleja de Dios, mientras que la mucha ciencia devuelve a Él”.  "Entre más estudio las naturales, más me asombro por el trabajo del Creador. La ciencia atrae a los hombres más cerca de Dios".

 

Nikola Tesla: El padre de Tesla, un sacerdote de la iglesia ortodoxa fue un hombre muy erudito, un poeta y escritor. Su madre, un ama de casa​ que dedicaba parte de su tiempo como científica autodidacta. Nikola Tesla escribió: “El don del poder de la mente proviene del Ser Divino que es Dios, y si concentramos nuestro pensamiento sobre esta verdad, nos sintonizamos con su gran energía”.

 

Carl Sagan: "La palabra de Dios se utiliza para una inmensa multitud de ideas excluyentes entre sí (…) pero les diré una idea de los dos polos de la definición de Dios. Uno es la visión, por ejemplo, de Spinoza o Einstein, que es más o menos que Dios es la suma total de las leyes de la física. Sería una locura negar que hay leyes de la física. Si nos referimos a eso al hablar de Dios, sin duda Dios existe”.

 

También mencionó: "¿Cómo es que casi ninguna religión grande ha mirado a la ciencia y ha concluido... “¡Esto es mejor de lo que pensamos! El universo es mucho más grande de lo que dijeron nuestros profetas, mucho más grande, más sutil y elegante. En su lugar dijeron: No, no. Mi Dios es un pequeño Dios y quiero que se quede así". Sagan expresó en esta idea que Dios no puede pertenecer a un único mundo, y a unos cuantos.

 

Werner Heisenberg: "El primer trago del vaso de las ciencias naturales te convertirá en un ateo, pero al fondo del vaso Dios te está esperando".

 

Nicolás Copérnico: "Conocer los maravillosos trabajos de Dios, comprender su sabiduría y majestad, y apreciar, en algún grado, las maravillas del trabajo de sus leyes. Todo eso debe ser una forma placentera y aceptable de adorar al Altísimo, cuya ignorancia no puede ser más gratificante que el conocimiento".

 

James Joule: "Es evidente que una relación con las leyes naturales no significa menos que una relación con la mente del Dios expresado dentro de ellas".

 

Michael Faraday: Precursor de la electricidad y el electromagnetismo. “Y aunque la idea de la muerte trae a la mente la idea del juicio, que está muy por encima de todos los problemas que surgen de la mera ruptura de los lazos terrenales, también trae al cristiano la idea de Aquel que murió, fue juzgado y resucitó para la justificación de aquellos que creen en Él” (Jones, 1870, vol. II, 424).

James Prescott Joule: (Salford, Reino Unido, 24 de diciembre de 1818-11 de octubre de 1889). Fue un físico inglés, uno de los más notables físicos de su época, conocido sobre todo por sus investigaciones en termodinámica. Descubrió su relación con el trabajo mecánico, lo cual le condujo a la teoría de la energía. La unidad internacional de energía, calor y trabajo, el joule, fue bautizada en su honor. Trabajó con lord Kelvin para desarrollar la escala absoluta de la temperatura, hizo observaciones sobre la teoría termodinámica (efecto Joule-Thomson) y encontró una relación entre la corriente eléctrica que atraviesa una resistencia y el calor disipado, llamada actualmente ley de Joule. Después de numerosos experimentos, obtuvo el valor numérico del equivalente mecánico del calor. Contribuyó a explicar la teoría cinética de los gases. Fue posiblemente el último autodidacta que hizo una contribución significativa al progreso de la ciencia.

En respuesta a la ola de darwinismo que entonces azotaba al país (ver sección de Darwin más adelante) … 717 científicos firmaron un notable manifiesto titulado: La Declaración de estudiantes de las Ciencias Naturales y Físicas. Este manifiesto fue publicado en Londres en 1864. La declaración afirmaba su confianza en la integridad científica de las Sagradas Escrituras. La lista incluía a 86 becarios de la Royal Society y James Joule fue uno de los más prominentes científicos que firmaron el documento.

Erwin Schrödinger: "La ciencia es un juego, pero un juego con realidad, un juego con cuchillos afilados. Si un hombre corta una imagen con cuidado en 1000 piezas, solucionas el rompecabezas cuando acomodas las piezas en una imagen; así sea un éxito o un fracaso, tus dos inteligencias compiten. En la presentación de un problema científico, el otro jugador es el buen Señor. Él no sólo ha establecido el problema, sino que también ha diseñado las reglas del juego, pero no son completamente desconocidas. La incertidumbre está en cuántas de las reglas han sido permanentemente ordenadas por Dios y cuántas han sido creadas por nuestra propia inercia mental, mientras que la solución en general se convierte posible a través de la libertad de sus limitaciones. Ésa quizás es la cosa más emocionante en el juego".

 

Francis Bacon: Autor del método científico inductivo. “Es verdad que un poco de filosofía inclina a la mente del hombre hacia el ateísmo; pero profundizar en la filosofía lleva a la mente del hombre hacia la religión. A veces la mente del hombre mira hacia causas someras y se queda en ellas sin ir más lejos; pero cuando contempla su concatenación, unidas y entrelazadas, llega por necesidad a la Providencia y a la Deidad” (Bacon 1875, 64).  En el primer capítulo de «La Verdad» en sus Ensayos (1601), Lord Bacon escribió: “La primera criatura de Dios en el trabajo de la creación fue la luz del sentido; y la última, fue la luz de la razón. Desde entonces Su trabajo del Sabbath es la iluminación con Su Espíritu. Primero le sopló luz a la cara de la materia o del caos; después, la sopló al rostro del hombre. Ahora continúa soplando e inspirando luz sobre la cara de sus elegidos”.

 

Charles Darwin: Charles Darwin concluyó su trabajo científico más fundamental El Origen de las Especies con las siguientes palabras: “Hay una enorme grandeza en esta concepción de la vida, con sus fuerzas varias, exhaladas originalmente por el Creador en unas cuantas formas o en una sola y, mientras este planeta ha ido girando según la ley de la gravedad, de algo tan simple se han generado interminables formas bellas y maravillosas que siguen evolucionando” (Darwin, 1928, 463). 

 

“Otra fuente de convicción en la existencia de Dios, conectada con la razón y no con los sentimientos, me impresiona al tener mucho más peso. Ésta se deduce de la extrema dificultad, o más bien la imposibilidad, de concebir a este universo inmenso y maravilloso, incluyendo al hombre con su capacidad de mirar lejos hacia atrás y lejos hacia el futuro, como resultado de la mera casualidad o necesidad. Con estas reflexiones, me siento obligado a mirar hacia una Primera Causa con una mente inteligente −en cierta medida análoga a la del hombre− y merezco ser llamado teísta” (Darwin, 1995, 60).

 

“En mi opinión, lo que concuerda mejor con lo que sabemos de las leyes impresas en el mundo material por el Creador, es que la producción y la extinción de los habitantes pasados y presentes del mundo han sido por causas secundarias, como las que determinan el nacimiento y la muerte de las personas” (Darwin, 1928, 462).

 

“Con respecto a la visión teológica de la cuestión: esto siempre es doloroso para mí. Estoy desconcertado. Yo no tenía intención de escribir con un sentido ateo. De cualquier manera, no puedo conformarme con ver a este maravilloso universo y especialmente la naturaleza del hombre, y concluir que todo es el resultado de una fuerza bruta. Me inclino a mirar todo como resultado de leyes prediseñadas, con los detalles −buenos o malos− dejados al proceso de lo que podemos llamar casualidad” (Darwin, 1993, 224).

 

En 1879, tres años antes del fin de su vida, Darwin escribió que “nunca fui un ateo en el sentido de negar la existencia de un Dios” (Bowden, 1998, 273).

 

En 1873, Darwin declaró: “Me parece que el principal argumento para comprobar la existencia de Dios es la imposibilidad de concebir que este universo grandioso y maravilloso, incluyendo a nuestros seres conscientes, haya surgido por casualidad” (Bowden, 1998, 273).

 

René Descartes: Precursor de la geometría analítica y la filosofía moderna. Al principio de sus Meditaciones (1641/1950) Descartes escribió: “Siempre he opinado que la preguntas sobre Dios y el Alma son las más importantes que deberán de ser determinadas más con ayuda de la Filosofía que de la Teología; ya que, aunque para nosotros los creyentes la fe nos es suficiente para creer que el alma humana no perece con el cuerpo, y que Dios existe, sin embargo parece imposible persuadir a los infieles sobre la realidad de cualquier religión, o casi incluso de cualquier virtud moral, a menos que en primer lugar esas dos cosas se les demuestren por razón natural. Y ya que en esta vida hay frecuentemente más recompensas por el vicio que por la virtud, pocos preferirían lo correcto a lo útil si no los limitara ni el temor de Dios ni la esperanza en la otra vida”.

 

Max Planck: Max Planck ganó en 1918 el Premio Nobel de Física por su trabajo en el “establecimiento y desarrollo de la teoría de los cuantos elementales”. Max Planck es reconocido universalmente como el padre de la física moderna; formuló una de las teorías físicas más importantes del siglo xx: la teoría cuántica. También contribuyó al progreso de la teoría de la relatividad y al estudio de la radiación electromagnética. Planck es uno de los fundadores de la mecánica cuántica.

 

En su famosa cátedra Religión y Ciencia (mayo de 1937) Planck escribió: “Tanto la religión como la ciencia requieren de la creencia en Dios para sus actividades. Más aún, Dios está en la primera al principio y en la segunda al final de todo el proceso de pensamiento. Para la religión, Dios representa la base; para la ciencia, la cumbre de cualquier razonamiento sobre la visión del mundo” (Planck, 1958, 27). 

 

Planck concluyó su cátedra Religión y Ciencia (mayo 1937) con las palabras: “Es la lucha firme, constante y persistente contra el escepticismo y el dogmatismo, contra la incredulidad y la superstición, que la religión y la ciencia pelean juntas. La consigna que dirige a esta lucha se extiende desde el pasado más remoto hasta el futuro: “¡Hacia Dios!” (Heilbron, 1986, 185; Planck, 1958, 30).

 

“Bajo estas condiciones no es de extrañar que el movimiento de los ateos, que declara que la religión es sólo una ilusión deliberada, inventada por sacerdotes sedientos de poder, y que no tiene más que palabras de burla para la creencia piadosa en un Poder superior; y que use con entusiasmo el conocimiento científico progresivo y, en supuesta unión con éste, expanda a un ritmo cada vez más rápido su acción desintegradora a todas las naciones de la tierra y a todos los niveles sociales. No necesito explicar en más detalle que después de su victoria no sólo desaparecerían todos los tesoros más preciados de nuestra cultura, sino −lo que es peor− también toda perspectiva de un futuro mejor” (Planck, 1958, 7).

 

Guillermo Marconi: Premio Nobel de física en 1909. Inventor de la radio.  su trabajo revolucionario hizo posible la comunicación electrónica del mundo moderno.

 

“Cuanto más trabajo con los poderes de la Naturaleza más siento la benevolencia de Dios hacia el hombre; más cerca estoy de la gran verdad de que todo depende del Creador Eterno y Sustentador; más creo que la así llamada ciencia (la cual me ocupa), no es más que una expresión de la Voluntad Suprema que tiene por objetivo acercar a las personas entre sí con el fin de ayudarles a comprenderse mejor y crecer” (Marconi, 1995, 244).

 

En su carta a su esposa María Cristina (Londres, 17 de marzo de 1927) Marconi escribió: "Estoy orgulloso de ser cristiano. No creo sólo como cristiano, sino también como científico. Un dispositivo inalámbrico puede entregar un mensaje a través de la naturaleza. En oraciones, el espíritu humano puede enviar olas invisibles hacia la eternidad, olas que logran su meta frente a Dios".

 

George Wald: Premio Nobel de medicina y fisiología de 1967. Wald murió en 1997.

 

En 1954, George Wald (que todavía era un ateo en ese momento) escribió en la revista Scientific American: “Cuando se trata del origen de la vida sólo hay dos posibilidades: creación o generación espontánea. No hay un tercer camino. La generación espontánea fue desaprobada hace cien años, pero eso nos lleva a una sola conclusión, la de la creación sobrenatural. No podemos aceptar eso por razones filosóficas; por lo tanto, escogemos creer lo imposible: que la vida surgió espontáneamente ¡por casualidad!” (Wald, 1954, 191 [2]: 48).

 

“El punto de vista razonable era creer en la generación espontánea; la única alternativa, creer en un solo acto primario de creación sobrenatural. No hay una tercera posición. La mayoría de los biólogos modernos, tras haber revisado con satisfacción la caída de la hipótesis de la generación espontánea, pero indispuestos a aceptar la creencia alternativa en la creación especial, se quedaron sin nada” (Wald, 1954, 191 [2]: 45-46).

 

Sin embargo, George Wald tuvo un cambio asombroso de opinión durante la década de los 80, y se acercó mucho a una mentalidad religiosa. En su artículo La vida y la mente en el universo (1984) Wald escribió: “En mi vida como científico me he encontrado con dos grandes problemas que, aunque enraizados en la ciencia y a pesar de que le llegaban a la mente de esta forma

sólo a un científico, se proyectan más allá de la ciencia y creo que en última instancia son insolubles como ciencia. Eso no es de extrañar, ya que uno de ellos implica conciencia y el otro, cosmología”.

 

Wald expresó:

 

1) El problema de la conciencia era difícilmente evitable por alguien que ha pasado la mayor parte de su vida estudiando los mecanismos de la visión. Hemos aprendido mucho, y esperamos aprender mucho más; pero ninguno de ellos toca y ni siquiera señala tentativamente en la dirección de lo que significa ver. Nuestras observaciones en los ojos y sistemas nerviosos humanos y en los de las ranas son básicamente muy parecidas. Yo sé que veo; pero ¿ve una rana? Reacciona a la luz; también lo hacen las cámaras, puertas de cochera, cualquier número de dispositivos fotoeléctricos. Pero ¿ven? ¿son conscientes de que están reaccionando? No hay nada que yo pueda hacer como científico para responder a esa pregunta, no hay manera de que pueda identificar ya sea la presencia o la ausencia de la conciencia. Creo que la conciencia es una condición permanente que involucra a toda sensación y percepción. La conciencia me parece ser completamente impenetrable por la ciencia.

 

2) El segundo problema involucra a las propiedades especiales de nuestro universo. La vida parece ser cada vez más parte del orden de la naturaleza. Tenemos buenas razones para creer que nos encontramos en un universo impregnado de vida, en el que la vida surge inevitablemente si se le da el tiempo suficiente en donde quiera que se den las condiciones que la posibiliten. Sin embargo, si cualquiera de varias propiedades físicas de nuestro universo fuera diferente −algunas de ellas básicas, otras aparentemente triviales, casi accidentales− esa vida, que ahora parece existir tan comúnmente, sería imposible aquí o en cualquier lugar. No hace falta mucha imaginación para concebir otros universos posibles, cada uno estable y viable en sí mismo, pero sin vida. ¿Cómo es que, con tantas otras opciones aparentes, estamos en un universo que posee exactamente ese nexo peculiar de propiedades que engendran a la vida?

 

Se me ha ocurrido últimamente −he de confesar que al principio con un cierto choque con mi sensibilidad científica− que ambas preguntas podrían ser llevadas a un cierto grado de congruencia. Esto es asumiendo que la Mente, en vez de emerger como una consecuencia tardía en la evolución de la vida, ha existido siempre como la matriz, la fuente y condición de la realidad física −que la materia de la que la realidad física está compuesta es materia mental. Es la Mente la que ha ensamblado a un universo físico que engendra vida, y que finalmente evoluciona criaturas que saben y que crean. (Wald,1984: 1-15).

 

En 1986, en su discurso en el Primer Congreso Mundial para la Síntesis de Ciencia y Religión, celebrado en Bombay, India, George Wald dijo: “Vengo hacia el final de mi vida como un científico frente a dos grandes problemas. Ambos tienen sus raíces en la ciencia, y me acerco a los dos como sólo un científico lo haría. Sin embargo, creo que ambos son irrevocablemente −para siempre− inasimilables como ciencia. Y eso no es extraño, ya que uno implica cosmología y el otro, conciencia”.

 

Thomas H. Huxley: Biólogo y evolucionista ingles, conocido como el "Bulldog de Darwin".

 

En su artículo Ciencia y Moral (1886), Huxley afirmó: “El estudioso de la naturaleza, que se inicia desde el axioma de la universalidad de la ley de la causalidad, no puede negarse a admitir una existencia eterna. Si admite la conservación de la energía, no puede negar la posibilidad de una energía eterna. Si admite la existencia de fenómenos inmateriales en la forma de conciencia, debe admitir la posibilidad, en cualquier caso, de una serie eterna de estos fenómenos; y si sus estudios no han sido estériles de los mejores frutos de la investigación de la naturaleza, tendrá suficiente inteligencia para ver que cuando Spinoza dice “Per Deum intelligo ens absolute infinitum, hoc est, substantiam constantem infinitis attributis”, el Dios así concebido sólo podría ser negado por un gran tonto, incluso en su corazón. La ciencia física es tan poco atea como lo es materialista” (Huxley, 1893-94, vol. IX, p. 140).

 

Traducción del latín al español: “Per Deum intelligo ens absolute infinitum, hoc est, substantiam constantem
infinitis attributis, quorum unumquodque aeternam et infinitam essentiam exprimit.” Ethic., p. 1.ª def. 6.ª (…) 
Por Dios entiendo un ser absolutamente infinito, es decir, una sustancia formada por un número infinito de
atributos, cada uno de los cuales expresa la esencia eterna e infinita”.

 

 

 

 

 

 

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