sábado, 17 de diciembre de 2016

La propaganda de igualdad.



 

La propaganda de igualdad.

Es inútil insistir en la igualdad, inclusive un clon tendría pensamientos completamente diferentes a los del donador, aunque físicamente sufriera de los mismos dolores.

Los gobiernos luchan por aniquilar al individuo, y lo hacen mediante prácticas sucias, inmorales, apelando al sentimentalismo colectivo... A la "propaganda de igualdad". Desean crear, a partir de todos nosotros, un ente ciego, mudo y sordo, con apenas las capacidades suficientes para aportar el dinero de los impuestos.

Una persona asiática, lo es, porque esa es su raza; igual que un blanco es lo que es, un negro, o cualquier raza humana que pueda existir; un indígena lo es porque simplemente no tuvo opción, como ninguno de nosotros la tiene (no decidimos que raza ser, como, cuando ni donde nacer). No hay absolutamente nada de malo en ser lo que se es. Los gobiernos dicen defender la individualidad, pero en la práctica es todo lo contrario. Nos han sembrado un miedo terrible -además penable- por poder diferenciar y hacerlo libremente.

Mientras más se insiste en la propaganda de igualdad, más distanciamiento entre razas y géneros hay, pues esa es la intención de los gobiernos, inhibir la personalidad individual. Cuanto más divididos y confundidos nos encontremos, más creeremos necesitar de ellos (los gobiernos).  

Puede ser irreversible llegar a creerse menos (que cualquier otro), a causa de las insistencias políticas que urgen a llevarnos a un descontento interior; insisten en hacernos sentir menos con lo que somos, como somos y nuestras creencias y decisiones; incluso como especie.

No hay nada de malo en distinguir y señalar (cuando se hace sin afán de ofender); malo será perder esa capacidad -la de distinguirnos-, malo será no poder identificarnos; malo sería perder la capacidad de asombro, capacidad que es tan humana como lo ha sido desde el origen de la especie. El sistema político moderno quiere arrebatarnos la totalidad de nuestras capacidades.

Los gobiernos, al obligar a las personas a la igualdad consiguen sometimiento, consiguen mediocridad popular, nos vuelven conformistas.

Perder la capacidad de sabernos diferentes será tan grave como permitir que, como si fuéramos moscas, nos encierren en un gigantesco frasco de cristal, donde nos sentiremos "aliviados" con ver lo que sucede fuera de ese frasco; sin salir, sin opinar, sin conocer siquiera la calidad del aire del otro lado del cristal, sin participar y, que además les agradezcamos por ello, por tener aire y lo mínimo para vivir.

Los sistemas políticos, al ver el inminente derrumbe de la democracia (sistema que, por cierto, fue violado desde su principio histórico), desesperadamente organizan nuevos procedimientos de manipulación.

La propaganda de la igualdad consta de tres principios básicos:

Desconfianza.
El primer paso es la desconfianza, la cual han conseguido. No hay persona que confíe plenamente en su prójimo, o en un sistema político, en su religión (de tenerla), ni en ella misma, ni en expresar opinión diferente a la de la mayoría; tampoco en su preparación académica, ni en su conocimiento; desconfianza en diferentes grados, ciertamente, pero en totalidad de aspectos. 
 
Inestabilidad común.
El segundo paso -que está en marcha- es el desacuerdo popular. Nadie corresponde con nadie una opinión. Nadie queda de acuerdo en ningún tema que implique beneficios y oportunidad de desarrollo para todos. Nadie busca el bienestar social, lo importante es el individualismo exacerbado -la arrogancia y el egoísmo excesivos-.

Desinterés.
El tercer paso, es el desinterés popular y generalizado por asuntos políticos, económicos, financieros y geográficos. En este punto, estos asuntos habrán dejado de existir para la población trabajadora (llamo así a toda persona que no forme parte de la clase política). La pobreza, hambre, guerras, clima, no serán menester, pues la sobre-información, manipulación y mal-información (que ahora mismo están en auge), habrán sobrecargado la mente humana con temas irrelevantes y/o incorrectos, creando caos en cada individuo; obligándonos a abstraernos de pensamientos meramente felices, que no pasaran de ello -meros pensamientos-, y tales (y en tal cantidad que), nos cegaran conscientemente de los hechos que rijan el camino de todos los pueblos.

Estamos además en una lucha de géneros, donde se pretende lograr más para uno que para el otro, donde se proclama libre a uno y castigador al otro, donde se culpa a generaciones actuales por las desgracias de antaño, donde la burla y la exageración no están de sobra, donde el absurdo reina en su totalidad sin discriminación alguna; arrastrándonos a ser nosotros mismos quienes pensamos -sin siquiera notarlo- necesaria la discriminación de género, porque los gobiernos mediante sus sistemas audiovisuales nos hacen creer que se debe "defender" la igualdad, y en ese trayecto perdemos la capacidad de distinción. Esta es una "lucha" patrocinada por los gobiernos donde se predica "la igualdad", pero se etiquetan cada vez más y más géneros (referenciando a la comunidad LGBTTTI), de tal manera que la igualdad que se piensa estar consiguiendo es meramente imaginativa.

Por otra parte, los gobiernos ven ahora una oportunidad de negocio (de dimensiones desproporcionadas), en las energías "limpias". Incitan la idea de que un automóvil impulsado por energía eléctrica es "amigable" con el medio ambiente, aprovechándose de la ignorancia de las personas -ignorancia que los gobiernos generan- para conseguirlo, y claramente negándole la totalidad de la información (como que la contaminación causada por esta tecnología será permanente y esterilizará la tierra por el uso de baterías; como la cantidad de agua que se requiere para generar la energía eléctrica que cargarán las baterías; como el costo infame de esa tecnología comparado con el de la extracción del petróleo y la refinación de los combustibles, etc.), y de esa manera ocultando la parte que corresponde a la libertad de elegir la tecnología que deseamos utilizar y, la libertad que deberíamos tener para defender, concienzudamente, nuestro entorno. Pero al mismo tiempo vendiéndonos la idea de un planeta "verde", lleno de árboles, agua, ríos y mares limpios, aves volando felizmente; entonces nos "ayudan", los gobiernos, a quitarnos la culpa de haber contaminado el mundo (como si el mero hecho de existir no lo hiciera, como si el desarrollo intelectual y físico no debiera alterar -naturalmente- el ecosistema), y además nos "regalan" la imagen agradable de un mundo limpio. ¿Dónde está la igualdad en ello? Ellos deciden por nosotros, gracias al sistema político corrompido y al dinero, que básicamente es lo que les dice qué es lo más conveniente para sus bolsillos, no lo mejor para la población. ¿En dónde está la igualdad cuando lo únicos en decidir qué se utiliza, cuándo y cómo son los gobiernos y, obviamente, quienes tienen cantidades de dinero, exorbitantes, invertido en ello? ¿De qué igualdad hablan en los medios de comunicación cuando las tecnologías -del tipo que sean- puestas en marcha son únicamente las que convienen a laboratorios internacionales de gran renombre? Entonces sí, cuando la tierra sea infértil los costos de los alimentos serán impagables, apenas mendigando se conseguirá lo mínimo. Cuando el agua esté toda contaminada, será el "oro líquido", causante de guerras, sequías, enfermedades. Mientras menos seamos y más confundidos nos encontremos más fácilmente podremos ser manipulados y castigados por los gobiernos. Del mismo modo, mientras menos cantidad de individuos existan, existe menor riesgo de revueltas.

También es verdadero que ahora la cooperación empresarial, la asistencia social, la ayuda al prójimo, el bienestar, la educación de calidad, la capacidad de creer en algo intangible -de así desearse-, la esperanza y todo pensamiento y acción de bienestar, por y para el pueblo, están sumamente disminuidos; estamos sumidos en el descontento, en la preocupación, en la soledad y en la urgente necesidad de felicidad. De tal manera que cualquiera que prometa darnos tal felicidad, es nombrado "líder" y, de otro modo, la persona que proclame ser feliz, es considerado "un loco".

Estamos en una época en la que se humaniza al insecto, a las mascotas, a las plantas, dioses y, hasta a los juguetes. No quiero dar a entender que debemos deshumanizarnos y prendernos de malos sentimientos (moral y socialmente incorrectos), sino que la exageración por expresar -y necesitar- cariño -así como el recibirlo-, se ha ampliado hasta a cosas inanimadas, y ello merma severamente en la inteligencia emocional de la persona, de tal modo, entonces, de la colectiva.

Es erróneo creer que, por no ser felices, algo en "nosotros," está mal. Es erróneo creer que debemos ser iguales; es erróneo creer que la igualdad nos dará felicidad.

Nos hemos inventado términos para identificarnos, tantos y tan variados, pero más han servido -esos términos- para criticarnos y juzgarnos, burlarnos y ridiculizarnos, conflictuarnos, que para respetar la individualidad y, es que la individualidad no requiere de etiquetas. Son los gobiernos quienes tornan tales tendencias para que, como sociedad, nos despreciemos. El individuo no necesita de tendencias ni etiquetas, el individuo debe buscar el crecimiento interno, la búsqueda del conocimiento -a interés propio- y las habilidades que le sirvan para realizar las actividades que elija para sustentar su existencia.

La igualdad es una invención tanto añeja como ultraderechista, inescrupulosa, vendedora de remedios falsos para el mismo mal que cobra. Siempre aplicada y moldeada en "pro" de las personas y gobiernos más poderosos.

La mayoría de las leyes son injustas, son crueles y no son equitativas; una ley, que se gesta firmemente en esta época, es la igualdad, y no debemos someternos a ella, no debería permitir -la especie- tal comodidad de pensamiento; ello llevará a la catástrofe definitiva.

Las leyes defienden primeramente noticias perniciosas antes que a la verdad. Los gobiernos defienden y promueven medios comunicativos infames, con amplia capacidad para inducir al error, antes que a la realidad. 

La justicia es otra cosa, justicia es identificarnos y sabernos distintos, creernos diferentes y decidir ser cómo queramos ser y actuar libremente y con la precaución e interés de no dañar a nadie, para no ser dañados. La justicia es benéfica. las únicas leyes que deberían existir (y los gobiernos promover y vigilar que sean cumplidas, pues son sus mismos empleados quienes las trabajan), son aquellas de asistencia social, educación y seguridad pública; las restantes son, sin excepción, castrantes, dañinas para el intelecto y las expresiones.

Vivimos una época en la que las revoluciones se "viven" únicamente en películas y, las que son "de carne y hueso", que pudieran ser honestas, no podemos asegurar que lo sean.

Apeló a una anarquía intelectual, siempre respetando las diferencias de los demás, exigiendo al mismo tiempo y con la misma severidad, que sean respetadas las propias. Apelo a una sociedad moralmente evolucionada, socialmente justa, alimentada sanamente y, geográficamente pacífica. 

Vivimos en una época donde impera la propaganda de igualdad y lo absurdo.

Quien declare su libertad, es extremista, radical y peligroso para la sociedad.

La igualdad apela a la desintegración.

Apelo a la individualidad y defensa de la completa y muy compleja diversidad.
 
DBCI
17/12/16

Nota: La imagen utilizada no es de mi autoría y podría estar sujeta a derechos de autor. Utilizada sin fines de lucro.

Escrito en iPhone 6, disculpen las faltas ortográficas y de sintaxis que este documento pudiera tener. 
 

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