El abismo se presumía enfrente, un abismo en forma de huracán; un laberinto en caída libre, infame y voraz.
Cerro la puerta de la mente cuando ambos pies pisaron el vacío; abrió la ventana del arrepentimiento cuando no hubo marcha atrás.
Las telarañas colgaban por todo el paseo en picada, blanqueado su cuerpo, como si la sangre hubiera dejado de circular desde ya.
Las paredes de los recuerdos, resquebrajadas y roídas por dolores viejos y recientes, salpicaban gritos de horror; no era su nombre, no era el de ella, se entendía simplemente un adiós.
DBCI
27/06/15
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