Disfruten pues...
(Lina Zerón. México, Octubre de 1959)...
Vivo en un país tan grande que todo queda lejos:Mi país, un gran país
la educación,
la comida,
la vivienda.
Tan extenso es mi país
que la justicia no alcanza para todos.
Nuestra historia es llanto de monarcasTumbas en el Desierto
sometida con grilletes
recuerdos ciegos mariposeando al viento
bajo el secreto mundo quemado
por aventureros.
Silenciosa la casta se levanta,
renacen las espinadas flores del nopal,
las raíces que el águila dejó con sus garras,
emplumada serpiente revestida de mar,
jaguares de voraces colmillos;
mas ahora no proviene el mal del otro lado del océano
ahora es el sueño americano el que acecha
del otro lado del río Bravo.
¿cuántas lágrimas habrá que regar para recuperar
la dignidad de una raza?
No es posible que en gusanos se convierta nuestra gente
en cenizas de sol sobre piedras grises,
tumbas en el desierto que tropiezan
para alcanzar una nueva vida.
Alas de Muerte
Metálicos graznidos, pájaros que escupen fuego
sobre soberbios edificios.
Terror, escombros, la tierra sorprendida.
Muerte, podedumbre.
Juan o Peter o Haddad
sucumbieron en atalayas de hierro
igual que Yomiko quemada en Hiroshima
o Lu-Yu de leucemia en Nagashaki,
o Yim el vietnamita mientras arroz sembraba
y su padre de ébola se consumía.
No quiero morir sometida a torturas.
ni engrosar las listas de acribillados
o como Pedro y Lupita al cruzar el Río Bravo
y menos cubierta de miseria el alma
bajo el velo del fundamentalismo.
No deseo morir como el indígena en México, Guatemala,
El Salvador o Nicaragua.
No quiero que alguno de mis hijos
muera en un avión sometido por terroristas
pero tampoco bajo uno de ellos en Afganistán,
Irak o Sarajevo, Kosovo o Puerto Rico,
ni en Corea del Norte, Panamá o Vietnam.
No quiero que la venganza sature de muerte
la existencia,
hay que erradicar el odio del corazón
y el ojo por ojo que terminara por cegar al mundo.
(María del Socorro Soto Alanís. Durango, México, 1957)...
Porque juntos abremos de formar la Nueva ArcadiaCordillera americana
donde los ríos acaudalados cubran a nuestros hijos
Para que la patria se extienda
desde la cordillera chilena hasta el Valle del Anáhuac
y el canto del cóndor inunde al mundo
Hay una nostalgia marina que recorre el continente
murmullo andino que canta:
¡sobrevive!
¡levántate y resiste!
Deja atrás la pesadilla
el horror sembrado por las botas
recuerda tan sólo la esmeralda que cubre tus montañas
Cuando te expulsaron de tu propia tierra
no previeron
que el nomeolvides se vendría en el bolsillo
la madreselva en los zapatos
y la poesía de Neruda en cada célula
Desde Mesoamérica
le canto a Allende, salvador de nuestra Patria Americana
fue inútil que las balas te cruzaran
porque el fuego incendia las nostalgias
Una kena toca no sé donde
por su herida brotan los recuerdos
un olor a bosque invade el hemisferio
utopías, luchas cotidianas
¡Malditos!
Cuando metieron a la cárcel las ideas
ellas se revelaron ante el acero
le rompieron la cara al miedo
y de entre los barrotes surgió la resistencia
No pudieron matarlos con los tanques
porque su corazón lo escondieron en la mina
y a todo el continente nos cubrió su angustia
Hermanos del salitre
de la uva
del charango
Os quiero dejar hoy estas palabras
(Endre Farkas. Canadiense-Húngaro, 1948)...
Melancolía de Nueva york
La Guardia.
En el tráfico de gente que sube y baja,
nos saludan adoradores
que cantan en túnicas de azafrán,
y hombres y mujeres jóvenes y comedidos
que venden flores en el nombre de la luna.
En la ruta atascada de tráfico
que lleva a Big-Apple
jóvenes matones en chaquetas de cuero
caminan a lo largo de las líneas divisoras
embaucando con teléfonos robados de autos.
La Autoridad del Puerto.
Llegan autobuses de todo el mundo;
sus vahos curten la piel de la ciudad.
Nosotros caminamos entre ellos
ante ojos desviados de hombres tristes
que beben desde unas bolsas de papel.
Una maldición y una botella
nos pasan volando por la cabeza.
Son los instrumentos y música de la ciudad.
Hay relucientes guirnaldas de alambre de púa
que coronan las rejas y los tejados
de los edificios importantes.
Allí no hay una necesidad,
hay una razón.
En las calles estadounidenses
han afinado el sueño americano
hasta hacerlo un fraude.
Lo que fue alguna vez un hombre joven
se nos acerca llorando por una cama donde morir.
Todos queremos que se termine luego.
En los hogares, bajo la piel se ha metido la tristeza
a pesar de los herméticos cerrojos.
No hay cortinas sólo barras de temor y soledad.
Detrás cada una de ellas,
la esperanza se inyecta en las venas.
Nos sentamos frente a la pantalla
miramos a un hombre que grita
¡Esta pistola es mi vida!
Nunca podemos dar lo justo.
Estamos más allá de todos los incidentes.
Por la mañana ni siquiera una tristeza
ni una despedida.
Un bebé se despierta.Haiku de Hiroshima
La madre lo va a consolar.
Es el 6 de Agosto.
(Carlos Norberto Carbone. La Matanza, Prov. de Buenos Aires, Argentina. 1959)...
Entre tanto horrorLa conquista
el increíble milagro de tu lengua
para gritar
siglos de muerte.
Aún tu idioma me sirve
conquistador
con él escribo latigazos en las paredes.
(Julio Torres Recinos. Chalantenango, El Salvador. 1962)...
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El once de septiembre, mañana siniestra del 2001, no fue un buen día. Ya pasarón más de dos semanas y no se sabe cuántos inocentes perdieron la vida en esa bomba infernal. No habrá consuelo para los que quedan, que no tienen una palabra segura, una seña que les diga que su querido esposo o esposa, padre o hermano, colega, murió en ese infierno. Eso no debió haber pasado, ninguno de ellos debió morir, es cierto, como no debieron morir tantos otros en tantos países hermanos, como, por ejemplo, no debieron morir los más de mil campesinos que murieron en el Mozote, El Salvador, en 1980, o como no debieron morir tantos indígenas en Guatemala por tantos años, o como no debieron morir más de 70.000 inocentes en la guerra civil salvadoreña, incluidos Monseñor Romero, Roque Dalton y los Jesuitas. No debieron morir porque también tenían familias y derecho a no ser privados de su existencia. Como no debió morir Salvador Allende Jaime Roldós, Omar Torrijos, Víctor Jara y los miles de desaparecidos de Argentina, Guatemala, Chile y tantos otros países hermanos del mundo. No debieron morir. Como no debieron desatarse tantas guerras y rencores que dejan tanta hambre y tristeza. No debieron morir para que los que quedaron vivos no sientieran que su mundo se les venía abajo como sintieron los salvadoreños cuando asesinaron a Monseñor, a los Jesuitas, como siente y han sentido tantos en Yugoslavia, Irak, Macedonia y tantos lugares más donde se sigue muriendo por odios asesinos. |
(Daniel Bonifaz Calvo Ibarrola. Ciudad de México (C.D.L.P.), México. 1976)...
Pobre de ti
Podré olvidar mil nombres y mil fechas,
podré no darme cuenta de mis propios errores,
podré felicitar a quienes no lo merecen y podré pisar las flores,
pero no asesino a hermanos,
no asesino a trabajadores,
no canto victoria por guerras falsas y no creo falsas ilusiones.
En tus ojos hay rabia,
detestas a ilegales,
en tus ojos hay condena y en ellos yo solo puedo ver colores,
para mi tú eres igual pero se que a ti te parezco menos,
pobre de ti,
tú obligas a crear diferencias,
pobre de ti,
pobre gringo imperialista,
pobre de ti,
vives asesinando valiosas herencias.
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y bueno, aquí os dejo la dirección: http://www.poetas.com/
Ah!!! esperen pronto a Pandemic Hate!!
(Derechos Reservados, México 2008)